El poder de empezar donde estás: un recorrido hacia tu propósito

Por: Maria Fernanda Cuesta.

Hay momentos en la vida en los que todo parece funcionar desde afuera, pero por dentro algo se siente desconectado. Cumplimos metas, seguimos rutinas, alcanzamos objetivos… y aun así, algo falta. No es falta de éxito, sino de sentido. Esa sensación, a veces silenciosa pero persistente, es la señal más clara de que el alma está pidiendo movimiento para reajustar o alinear su nuevo rumbo.

El recorrido del ser comienza justo ahí: en el instante en que decides dejar de vivir en automático y escucharte de verdad. Es un camino que invita a detenerse, observar, reconectar y reconstruir la vida desde un lugar más consciente. No se trata de buscar afuera lo que te falta, sino de recordar lo que siempre ha estado dentro de ti.

El primer paso es el propósito. No es una meta concreta ni una frase inspiradora para colgar en la pared; es una brújula interna que orienta nuestras decisiones, da sentido a lo que hacemos y nos recuerda por qué elegimos cada camino. Encontrarlo implica observar nuestra historia con honestidad: reconocer las experiencias que nos han transformado, lo que nos duele del mundo y quisiéramos cambiar, aquello que nos hace sentir vivos, útiles y en coherencia con quienes somos.

A veces, descubrir el propósito no significa cambiarlo todo, sino mirar desde una nueva perspectiva. Una mujer que ha pasado años en un entorno corporativo puede encontrar su propósito no en renunciar, sino en usar sus habilidades para impulsar el liderazgo femenino dentro de su organización. Del mismo modo, una madre que se ha sentido limitada por la falta de tiempo puede transformar esa experiencia en un proyecto que inspire a otras a equilibrar maternidad y desarrollo personal. El propósito no se inventa: se recuerda. Siempre ha estado dentro de nosotros, esperando ser escuchado.

Una vez que el propósito comienza a tomar forma, llega el momento de la reconexión. Reconectarse es volver a habitarse con presencia: escuchar el cuerpo, las emociones y las necesidades sin juicio. Es darle espacio al silencio, al descanso y a la reflexión, entendiendo que el bienestar interior no es un lujo, sino la base sobre la que todo puede florecer. En esta etapa, prácticas como la meditación, la escritura consciente o los círculos de apoyo se convierten en herramientas para mirar con claridad qué partes de nosotros hemos dejado atrás y necesitan volver a integrarse.

Cuando te reconectas, dejas de buscar validación externa y comienzas a construir desde la autenticidad. Empiezas a tomar decisiones más alineadas con lo que realmente eres, no con lo que los demás esperan. Aprendes a sostenerte, a confiar y a actuar desde la coherencia. Y entonces, sin forzarlo, llega el siguiente paso: la expansión.

La expansión sucede cuando el propósito y la reconexión se traducen en acción. No se trata de tenerlo todo resuelto, sino de atreverte a actuar desde tu verdad interior. Es el momento en el que las ideas, los proyectos y las nuevas formas de vivir se materializan. Transformar los obstáculos cotidianos; la falta de tiempo, de dinero o los retos de la maternidad  en creatividad, resiliencia y acción práctica se convierte en parte del proceso. Muchas personas han iniciado sus proyectos desde casa, con recursos limitados, pero con una claridad tan profunda que les ha permitido construir iniciativas coherentes con su historia y sus valores.

La expansión también se manifiesta en lo invisible: en la confianza, la serenidad y la paz que provienen de saber que estás caminando tu propio camino. No se trata solo de alcanzar logros, sino de sentir que la vida que construyes tiene sentido y está en sintonía con quien eres.

El recorrido del ser no tiene un punto final, porque la transformación es continua. Es un viaje que nos recuerda que sí es posible empezar donde estamos, con lo que tenemos y desde quienes somos. Cada paso: la duda, la pausa, el error y la acción forma parte de una evolución más grande que nos invita a vivir con presencia.

Construir una vida con propósito, fortalecer la voz interior, proyectar una imagen coherente y contar la propia historia con autenticidad no requiere perfección, sino disposición para mirarse y seguir caminando. Hoy, más que nunca, el mundo necesita personas conectadas consigo mismas, que actúen desde el propósito y expandan su luz hacia otros. Porque cuando una persona se reconecta con su esencia, todo a su alrededor también se transforma. 

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